16 de marzo de 2014

MEMORIA E HISTORIA (I)



MEMORIA GRANDIOSA…





Evocar es una forma actual del pasado, una actualización. Cuando repaso un suceso lo estoy mirando a la luz de mi día. Puede decirse que lo vivido por mí en presente no es la vida de este mismo instante en su totalidad. Dicho de otra forma: la vivencia, como glosa subjetiva de un evento, no agota dicho evento. La vida en un instante (su totalidad) es superior a la suma de las experiencias de cada uno de los puntos de vista. El observador en sí, presente en el hecho, cambia constantemente la calificación de aquello que evoca.
El ojo es una lente deformada que hace converger el instante en un punto a través de su embudo de luz. A cada instante el ojo se posa sobre el objeto plasmando en su retina un fotograma; la sucesión de los fotogramas-recuerdos creados así forman la propia película intransferible. En ella, uno actúa según el papel que adopta, siempre motivado por la idea que se forma de la situación y sus expectativas; siempre contando con un surtido particular de libertad, valentía, carencias de ánimo y privaciones.
La memoria es el ojo vuelto sobre el recuerdo…pero no vuelto inocentemente.  El objeto que la memoria observa es el recuerdo, entidad que ya no existe. El ojo vuelto enjuicia el recuerdo de un hecho a la vista (inevitable)  de lo que sucedió tras él, en algún grado consecuencia suya. El juicio de la memoria es un hecho a posteriori respecto del suceso que no puede dejar de lado toda la secuencia de experiencias hasta el presente. Acaso lamenta o exalta vicisitudes que en su día no formaron parte de la vivencia. Memoria grandiosa…

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