30 de abril de 2015

LA TELEVISIÓN Y EL SILLÓN



LA TELEVISIÓN Y EL SILLÓN

Estaban la televisión y el sillón, uno frente a otro, dominando todo el espacio y contemplándose como dos contrincantes. Quiero describir la escena: la disposición de los muebles del salón nos dice de la forma de ocupar de sus habitantes, del estilo de vida, de la importancia que se le da, hasta de la provisionalidad del que espera tiempos mejores; los sillones ocupan lugares preeminentes dentro de estar sujetos a la distribución del mobiliario. Pero no es mi escena.

En esta historia el sillón no era un sillón de los días cotidianos. Había adquirido anchura en las orejas y estrechez en la cintura; su figura se había agrandado de forma que sus musculosos contornos sombreaban con latidos sinuosos, vigorosos y pulsantes, el techo y las paredes blancas; y sin embargo absorbía las noticias opresivas que escupía  la televisión  como presto a estremecerse en llanto a la frecuencia del silencio que lo atenazaba. 

Nunca lo había visto así, encadenado a la noticia y tan absorto e intenso; el espacio menguó. 1975. Los demás muebles, las sillas, una mesita de revistas y algunos cuadros eran en el drama cosas absurdas, manchas, noticias insulsas de la rutina.

De la televisión nada vi, salvo el parpadeo de claroscuros. Oía una voz de tono histórico, no sé de quién, y sonaba luctuosa y dolida, lenta como una tarde extremeña de julio. Claro, que no era verano. Un muelle crujió y en mi mente fue una cigarra que cantaba como en la fábula de La Fontaine, como en mi tierra, y el sillón se oscureció y los destellos de la televisión se detuvieron en el blanco, el sillón de terciopelo marrón empezó a temblar y llegó el frío. No cantaba ya la cigarra, y fue entonces que grabé en mi mente la debilidad de todos los sillones, la fragilidad de mi universo.

21 de abril de 2015

SILBANDO ENTRE DIENTES NEGROS



SILBANDO ENTRE DIENTES NEGROS

Desencanto
Es el nombre de un viento
Que va a su aire por los barrios
Que arrebola la tinta fresca
En los papeles rancios
Desencanto es la bebida
Y el enésimo cigarro
Amargo peso en el codo
¿Qué es eso que no tengo
Cuando digo “no me tengo”?
Los recuerdos no son distintos
de las cosas imposibles
Si no me crees,
pregunta al tiempo
por qué han oxidado los días, las semanas
a los poetas en años
O por qué no sé yo serlo…
Susurro
Un imposible concepto
fugaz en el pensamiento
La ilusión es una ilusión,
Y no existe lo que digo
Silbando entre dientes negros.

13 de abril de 2015

TENGO DE NUEVO LA EÑE

Después de pagar 5 dólares por cerveza (2 en una Licor Store) en Canadá, lo más urgente de este primer día es ir a buscar 24 MAHOU. No sé si es lo más importante, pero sí sé que mi cerveza nunca me pareció tan barata.
Mi cama...En cuánto llegamos a casa, sin siquiera abrir la nevera, nos acostamos y dormimos 11 horazas. La cama de uno es muy importante. Traigo de Canadá, sin embargo, una almohada viscoelástica con el olor de su camita secuestrada. Y así la veremos correteando por nuestros sueños. Y quiero pensar que por ello he estrenado el día a las tres y media de la mañana y me he levantado pletórico de optimismo.
Viajar es un placer; llegar a casa, otro. El aire y el levante luminoso...La eñe; el chorizo ibérico y el queso de oveja manchego tomados a esta deshora de jet lag para romper con los idiomas del sabor; el amanecer que desde mi cocina veo reflejado en el ojo de buey del ático que tengo enfrentado a cien metros mientras preparo el primer café...Son algunas de esas cosas pequeñas que yo he apreciado siempre hasta el punto de que no habrá un paraíso en que no las eche de menos.
Hay en cada uno de los días un tiempo para las rutinas y otro para las novedades. Uno hace del otro un placer. Y viceversa: otro del uno. Te preocupas por cómo encontrarás tu entorno tras tu ausencia. Después de constatar las azarosas averías, tomas asiento de nuevo y encajas de otra manera, casi igual pero distinta. Nos asentamos en un equilibrio nuevo, como si el vivir en otro parelelo llevase tu mundo cotidiano por los cursos fluviales de una ciencia cuasiestática, porque todo ha salido bien. Agradecemos la vida cuando es sueño y no es pesadilla porque bien sabemos que de todo hay en la existencia.
Y según el dicho de Píndaro que reza que llegues a ser el que eres, viajar es moverse consciente fuera de la gravedad de uno mismo llevando en la maleta una suerte de promesa de reencuentro con la nave que dejaste a la deriva. Regresar es nadar en el flujo de corrientes de entropía, pues no a otro sitio pueden los caprichos haberse llevado tu vida.
Tengo de nuevo la eñe.