24 de septiembre de 2014

Alba de un 20 de Julio



He sabido esta mañana
que el mundo es demasiado…
grande...
para cambiarlo yo solo;
denso:
para moverlo yo solo;
redondo:
para encuadrarlo yo solo.
Lo he sabido esta mañana:
un parpadeo me ha advertido
en la frente con su dedo
que yo siga mi camino
sin creer en el destino.
Heme aquí pisando el Tejo,
En la cafetería del monte
amaneciendo los recuerdos,
desentrañando la rabia;
bañado en la luz del oro
como una espiga del alba.
Ya se enreda el pensamiento
En el cabello del alba.


20 de Julio de 2013





14 de septiembre de 2014

A LA MIERDA LOS INTELECTUALES- Antipoesía





¿Y si la víscera calamar
siente ser una mancha fea
y un trazo hiriente en un papel?
¿Y si un papel está triste
venido de ser en la Sierra
del árbol aserrado?
¿Y si la sierra recuerda
llegar gusanos mineros
cuán bajo el manto hierro dormía?
¿Y si el minero era soñando
la luz caliente, el aire frío,
“ah,¡mares…!,
horizonte en línea curva”?
¿Y si el excremento
sorprendiese a pico y pala
y regresase dragando la conciencia
a su culo intelectual?

A LA MIERDA LOS INTELECTUALES

9 de septiembre de 2014

MI ABUELO






Tiene unas manos titánicas de levantar altas paredes verticales de piedra para ganar un pequeño bancal dónde sembrar patatas. Verlo es un asombro continuo. Hormas; hoy son patrimonio de la humanidad, un monumento al trabajo durísimo por la supervivencia. Lo característico de él es su ímpetu inquebrantable. Justo y duro, noble. Hombre de roca. No se vende. Vive una fiesta hacia dentro al contemplar la cosecha, al burlar a las tormentas y esquivar los granizos. Oye el ulular del aire cóncavo de las lomas kársticas, búho que caza en el universo aéreo inmediato al suelo. Lobo solitario por las heridas del alma en una guerra. Su mundo no se reduce en los demás, se expande sin ellos. Dueño por derecho de una atmósfera ahíta de eras, de tiempos y tiempos inmemoriales que chocan contra la eterna roca del Maestrazgo arrancando, pacientes, fina arena que viaja lejos, a las tierras nuevas del delta. Humano insuperable, sabio sin letras, vive muy por encima del miedo. No sabe halagar pero sabe querer. Canta sus canciones al cálido juego de luces de su humilde lumbre con un solo acorde de guitarra. En un solo acorde cabe todo su infinito mundo. Todo es uno, dice. Sonríe a su ojito derecho, siete años, que camina con él de madrugada en armonía sin igual de padre e hijo, azada en mano, para cavar las eras del Tosal, a tan solo seis kilómetros del pueblo. Se extasía ante los relatos al fuego que su hijo lee. Presume en las Masías remotas mientras seres taciturnos, silenciosos y bestias naturales se congregan en torno al fuego para escuchar los Episodios Nacionales de Galdós que lee aquel niño, mi padre, Ezequiel.
Abuelo, eres imperecedero.
Por eso te recuerdo en presente. Hasta en el nombre. Ezequiel.


MI ABUELO EZEQUIEL.