7 de abril de 2014

REVOLUCIÓN CIUDADANA



 REVOLUCIÓN CIUDADANA


Estoy convencido de que muchísimas personas no son ciudadanos. Ser ciudadano es la tercera vía. Justo la que los cerriles nunca escogerán. España nunca ha estado en manos de los españoles. Los españoles de hoy hemos regalado la soberanía a los partidos políticos. Tal vez porque nunca la tuvimos, tal vez porque fuimos engañados. Algo hemos debido aprender de esta experiencia democrática; el sistema debe ser sometido a una profunda remodelación. No es lícito que ignoremos el lamentable camino que hemos seguido hasta llegar aquí. No podemos escondernos ni un minuto más. No podemos cruzar los dedos y esperar que el futuro realice la justicia sin nuestra estricta vigilancia de la vida pública. No podemos excusarnos más en la edad de la inocencia: de nuestra supuesta minoría de edad han dado cuenta a lo largo de la Historia…reyes (soberanos), obispos (en griego “supervisores”), nobles, caciques y partidos políticos. Estos últimos perpetran un engaño masivo a través de la finanza: la misma libertad que creemos disfrutar es una quimera. El poder siempre crece, pero ocurre que ha descubierto una forma de engaño masiva inaprensible, sutil. El poder del poder siempre crece.

La soberanía de la totalidad de España recae sobre la totalidad de los españoles. Si se respeta esto, cualquier secesión es imposible. El miedo no debe existir en relación a la decisión de los españoles. El miedo es que los partidos políticos nos hurten la decisión. Dos formas son las que someten a España a su infeliz ciclo histórico que dura ya dos siglos; en ambas, se hace imprescindible a las cosmovisiones robar la soberanía de España a sus súbditos ciudadanos, a los cuales la democracia formal reconoce por fin la soberanía de la Nación. Esto no se ha entendido bien; ¿que significa la soberanía? Estas dos cosmovisiones son la formalmente democrática y la dictadura; los dos polos del ciclo. La democracia no trasciende de su formalidad en tanto el Pueblo no evoluciona en comunidad de ciudadanos. Para los ciudadanos, la conciencia de los propios deberes y derechos queda implantada en sus mentes con una impronta de autoconciencia superpuesta y complementaria a la de pertenencia. La ciudadanía es la realización plana de la individualidad en la sociedad, a la cual dicha concepción confiere a su vez la plenitud. No hemos supervisado la democracia; no hemos asumido la responsabilidad del sufragio(en realidad se dió "por supuesto" con un exceso imperdonable de buena fe que era indisociable del voto) y la mira corta de una colectividad (pueblo) mal constituída pone en jaque a la misma democracia amenazando su propia subsistencia. La tercera vía tiene sentido cuando todavía existe salida, cuando la rigidez que se va adueñando del sistema todavía no dibuja lo irrevocable.
Hay algo que explica la mutación totalitaria de los partidos políticos. La única forma de que el poder no escape a su férreo control es que el poder no deje de crecer. Esto es así porque no dejan de crecer las posibilidades de ejercer una supervisión del poder político por parte de la ciudadanía. Se concibe como fundamental la repetición del ciclo. En el ciclo llega a demostrarse de forma inevitable la necesidad de una ruptura traumática, que alcanza diversos estadíos: golpe de Estado y en extremos, la guerra. De la misma forma se le cierran todas las perspectivas a la tercera vía, que resulta ser siempre la vía reformista del sistema: desde dentro del sistema. No tengamos miedo a la mayoría de edad. Tampoco tengamos excesiva confianza en que nuestros compatriotas sean mayores de edad. No conocemos el futuro, no podemos prever lo que ocurrirá; menos aún cuando carecemos del ensayo histórico que siempre se nos niega. Nos encontramos en un bucle histórico que replica por enésima vez el vicio español. Seamos conscientes y demos un paso distinto. No es lícito que ignoremos el lamentable camino que hemos seguido hasta llegar aquí. No podemos escondernos ni un minuto más. Creo que solo puede salvarse por la tercera vía. Vayamos con decisión y valentía, con buena voluntad, con el espíritu nuevo de la ciudadanía a construir la España del siglo XXI.