23 de marzo de 2014

EL MEJOR MUNDO POSIBLE(II)



EL MINUTO TARDÍO: UN INSTANTE DISOLVENTE.



Sin obstaculizar que lo presente es variopinto y diverso como la explosión de vida de la primavera y cada día resultado del billón de avatares, lo cierto es que este instante, visto desde arriba, o desde fuera, o en perspectiva, debe asemejarse a una turba enardecida poco inteligente, que en el centro mismo del barrio viejo de cualquier burgo medieval, escuchase en los diversos rincones, confrontados discursos incendiarios. Éste es un momento no-tranquilo, de violencia latente, inmóvil y muelle a un tiempo, tenso.

Algo nuevo caracteriza a este instante: el desconcierto. Está el mundo desorientado. No se identifican los peligros, ni la enfermedad que nos aqueja, ni la gravedad. Palos de ciego. Este momento respira una verdad consistente que subyace y sobrevuela, que exhala vapor por todos los poros de lo que aparenta ser y no es la realidad. ¿Qué cosa es esta apariencia? No es falsedad: es falseamiento. Fino. Quiere mantenerse la ficción contra viento y marea y actores que se prestan no faltan. Pero se respira, digo, la insinceridad que nos colma. Éste es un momento presto a desintegrarse.
El “hacia dónde nos dirige” el estallido social que viene es una  cuestión tradicional en sentido fuerte: la perspectiva clásica de la Historia que con cada revolución desplaza el centro de gravedad del poder se ha quedado sin sujeto histórico. Pues, ¿a qué cauce nos dirige que nos lleve hasta el siguiente remanso en el río de la Historia? Cada remanso ha sido colapsado y desbordado. En cada remanso se han cometido los abusos y se ha caído en el aburrimiento histórico, la monotonía. En cada remanso hemos hablado cada vez más. Hemos empezado por decirnos que tal o cual valor es falso, hemos hablado de la ingenuidad de nuestros padres, hemos dicho que no puede ser. Advertimos-pobres profetas de lo evidente- que <no es esto, no es esto>.
El río de la Historia llega a su delta.  No hay más remansos. No es el final de la Historia, ni su finalidad. ¿Cómo podría serlo si no existe el destino sino la acción? No hay paraíso de llegada. Las dos concepciones profundas, “el mundo como esclavitud” y “el mundo como libertad”, al estilo del más puro y sincero liberal, Karl Popper, dirimen todo en la llanura aluvial. ¿Qué es el todo que se dirime en la batalla? Es tanto y en tantos aspectos…que enumerarlos y dar cuenta de ellos me excede. Pongamos a la trascendencia una meta discreta, esto es, humilde: pensemos en las próximas cien generaciones. Como ajedrecistas, nuestra visión no llegará mucho más allá. Está bien que así sea: en la eternidad más distante (por poner un ejemplo, comparemos nuestros plazos con la acción geológica) desesperamos la escala modesta de la Era Humana en la zozobra existencial (el bosque que no nos deja ver los árboles).

Delante del delta se abre infinita la bóveda redonda del mar. El círculo inmenso guarda todo su misterio y caben en él todas las promesas. Como aconteció en el colapso de la isla de Pascua, la devastación del bosque y la tala del último árbol impedirá la construcción de un barco. Un imposible: navegar. El colapso es una opción. El colapso es la hipertrofia de la autoridad del paradigma viejo frenéticamente ocupado en desplazar el centro de gravedad del poder. El poder establecido no duda en valerse del conflicto, es el patrocinador de la ficción que para su perpetuidad nos convierte en los esclavos de la orilla, orillados por la Historia. La humanidad subyugada por el poder…
¿Y ya está? ¿Estamos condenados al colapso de la libertad? Espera…


…Delante del delta se abre infinita la bóveda redonda del mar. El círculo inmenso guarda todo su misterio y caben en él todas las promesas. Voluntad: navegar. El cuaderno de bitácora de la Historia nueva espera a ser escrito a la luz de un candil nuevo, el del paradigma del futuro para cien generaciones, el paradigma de la esencialidad. Mas esto sólo será posible si alcanza la victoria el mundo como libertad. En él, nuestro hombre adquiriría todo el sentido moral de la responsabilidad para con el mundo. El paradigma para el hombre y no el hombre para el paradigma: la plena posesión del yo partícipe consciente de la totalidad; el hombre puesto en los zapatos de otro hombre; el yo indisociable al tú.

2 comentarios:

  1. No se cómo consigues sen tan certero y a la vez tan abstracto. Es genial, como sienpre

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  2. Desenmarañas todas las dudas, los miedos, las incertidumbres...hay un camino: resucitar la esencia espiritual del hombre, olvidar el "ego" y retornar al "pan", liberarnos de todo lo accesorio y desnudos entrar en el mar nadando hacia el amanecer.

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