22 de julio de 2016

DE UN SURCO DE LA TIERRA




Una persona debe aprender a distinguir y delimitar los ámbitos, el mental del físico, el personal del próximo, el próximo del público, el virtual del atmosférico...y saber dónde demonios (porque esto va en parte de demonios) se agota cada acto y cada actitud. Ser humano es navegar en medio de todo eso; educarse, vivir y convivir. 

¿Qué puede uno pensar de ciertos comentarios sexuales de las personas públicas? ¿Y de las personas en público? Para empezar, hay que decir que una tenue línea separa los comentarios referentes al sexo y los considerados sexistas. El sexismo es un -ismo más de los que adornan hasta la náusea a esta castrante y auto flagelante sociedad. En realidad la clave está en los actos pero también en las formas: en nadar y saber guardar la ropa. En el navegar y en la pericia del navegante. Una persona se forma y se conforma frente a las situaciones. La cualidad moral de las personas juega un papel fundamental en sociedad. Pero es algo notorio y muy frecuente que muchas personas más o menos anónimas no saben guardar la ropa cuando asoman las narices más allá de su reducido público y que muchas personas públicas no saben nadar más acá, fuera de las cámaras. Sus palabras los desmienten cuando se ven en su ámbito privado o lejos de su extenso público. Son unos bocazas. 

El ex-alcalde de Valladolid (León de la Riva), no pocas de sus Señorías a lo largo y ancho del país y ahora Pablo Iglesias son ejemplos recientes de bocazas. En las formas se les trasluce el fondo. No son los únicos ni los peores: a muchos no son sus palabras sino sus actos los que les ponen en evidencia. Palabras o actos, formas y fondo. Toda forma esconde un fondo: y aún así entre lo que se dice y lo que se hace existe una barrera en la que mueren las palabras y no empiezan los hechos. Muchas veces no se estrella contra esa barrera más que la soberbia, forma más fea de impotencia. Yo no considero que deba verse como un delito el machismo por más que la forma machista hable del fondo que la alienta. Si considerase delito el machismo tendría que considerar delito el feminismo. Y no digamos los fondos que los alientan. Por pura coherencia. En estos asuntos se produce un cortocircuito sectario en la mente de algunas personas; pero a mí me da igual y sigo mi camino sin pretender que todo el mundo al que llego me entienda. Es muy sano no desvivirse por sacar de su malentendido a quién exige vivir en él. Total, pienso, ahí te quedas. Ambas manifestaciones me provocan la misma desazón. Miro a la mujer zaherida por el machismo y me pongo de inmediato a su vera; miro al hombre atacado por el resentimiento feminista y me coloco a su lado. Miro a uno y a otra respondiéndose con idénticos parámetros de torpeza y lo último que quiero es mediar. ¡Que se medien ellos solitos! Pero lo que no pretendo es ir por el mundo pidiendo cárcel para la legión de idiotas. Son seres mendaces y poco inteligentes, no criminales. Y pensar que sus estupideces tienen reflejo el el poder legislativo... El tipo de declaraciones a que aludía al principio de este artículo tienen un contrapunto sorprendente al otro lado. No tengo que mostrar las lindezas que sueltan las feministas notables, están a tiro inmediato en google. Volviendo a las declaraciones del principio siempre me han parecido...no quiero decir mal o tan solo mal. Si solo fuera eso. Son totalmente insuficientes para encarcelar a alguien o para echarle a la sociedad encima, como si no hubiera otra cosa más inteligente que hacer que convertir esta sociedad en un club de puritanos. Me parecen sobre todo declaraciones estúpidas, gratuitas, porque me pregunto: ¿qué aportan? ¿Acaso no ponen de manifiesto una tara en la persona que las hace, una impericia que no puede corregirse o un fondo que no puede mejorar? ¡Esa persona es pura estupidez! Sin más. No tenemos por qué rasgarnos las vestiduras. Menos aún a la vista de la que está cayendo. Llueven mucho más que palabras. Actos de verdadera barbarie de los no queremos darnos por enterados mientras seguimos a nuestro rollo.

Hay un mecanismo que sí considero efectivo y necesario. Muy sano. Es la elección personal. No hay forma de generalizar la sociedad. Generalizarla, como uniformarla, debe hacerla inviable. Una vez más lo colectivo como acto se demuestra inadecuado. La espontaneidad de la sociedad entendida como de hombres libres no debería ser interpretada como el arbitrio unívoco que emite un solo ser. La sociedad no es una única voz. La única voz le corresponde al individuo. Uno discrimina de entre la cantidad de seres humanos que conoce o de los que tiene noticia por sus actos, por su habilidad de habitar entre nosotros o junto a nosotros. Tenemos una noción de la sinceridad y una noción del interés; nos son innatas y no tenemos que explicárnoslas más. Tenemos un concepto de la justicia. De unas personas te apartas y de otras no quieres saber más. Otras se convierten en personas amigas.

Todo el mundo tiene boca y tiene manos. De lo que se dice a lo que se hace puede ir un trecho largo. Las cosas hay que decirlas. Que el lenguaje sea un hecho cultural no le resta nada: al contrario, lo valoriza. Porque escapa de la corrección. Lo que escapa de la corrección política me tiene medio ganadas las simpatías. Bajo estrictos criterios políticos, por la acción coercitiva de estructuras de poder, vamos construyendo una prisión conceptual de formas y modales. Pero sobre todo de miedo a hablar. Siempre quiero romper el cerco. Me violenta. Es violento y se entromete en todas las áreas de la vida. Busca mi intimidación. Comprime y reduce el lenguaje hasta que resulta muy difícil ejercer la libertad de expresión sin avasallar y sin ser avasallado. Vasallo avasallado...Nos lo estamos haciendo nosotros.

Los vicios de la mente no serán nunca erradicados, sin ellos no seríamos. No podemos todos a una no ser. Ni la conjunción virtual de todos los todosomoísmos juntos podrá conseguir al hombre-rebaño lobotomizado. No serán nunca erradicados. Nacerán díscolos en cada generación. Lo que estamos haciendo es una quimera peligrosa. Tratamos de sepultarlos, tratamos de negarlos. Pero es en vano, es una estafa. Esto no puede hacerse. El motor de los deseos está justo ahí, donde hierven los vicios hondos y se transforman, en lo reptiliano de nuestras almas, en el abismo del que salimos mediante un acto de superación. Como semillas que brotan de la tierra. Porque, ¿de dónde saldríamos sino del surco de la Tierra?


DE UN SURCO DE LA TIERRA

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