HORA
DE LOS FANTASMAS
Las tardes
son, según los días, las estaciones y la actividad que realice, una inquietud,
un desasosiego. Ansiedad. Transcurría, por ejemplo, un día interior de otoño,
cuando celebraba la sobremesa de mi retiro. Rellenaba mi taza de loza con café
recalentado en un cazo; en el asa de la taza insertaba mi pulgar y jugaba,
mientras lo rozaba, a descubrir su color hueso arrastrando la pátina de mugre
gomosa. De los vasos, los platos, los cazos, las ollas, las tazas…solo ha de
fregarse la cara interna. De las cucharas, todo menos el rabo.
taba del suelo el cierzo. Un anillo de viento se arrollaba en espiral a cada grado de tierra por el Sol abandonado, de norte a sur, silbando a medida que el frío del cielo robaba el pulso vivo de las rocas. Un cristal vibraba bajo el cierzo y obsequiaba mi buhardilla con un reflejo desigual, un morse del último rayo. La señal. Luz norteña, luz moribunda. Entre dos luces. Hora de los fantasmas.
Cada
vez que estoy jodido, los cabrones se despiertan. Entre dos luces traiciona el
mundo a las lagartijas; mas con su
vientre pegado a la roca absorbe el calor residual y puede la lagartija, como
Dios, llamar a la luz día y a las tinieblas noche. Y yo, maldita sea, no puedo
cortar por ahí porque no puedo incendiar la luz norteña ni de hielo negro teñir
su sombría frialdad. Y en esas horas me debato con ellos. Hoy por hoy es un juego de niños. En Gotham, durante los
meses de la caída, temía esa
hora .Sucedía un día, otro, otro, cada día, en invierno, sucedía en miércoles,
en febrero, sucedía en verano. Me sentía tan solo y tan obligado a soledad...
La oscuridad se valía de un ardid: a través del pudor y vergüenza a verme expuesto secuestraba mi
conciencia y, yo, obediente a su mando y temeroso de romper la imagen que los
míos de mí guardaban, buscaba estar solo. Un día, otro, otro día, invierno,
cualquier día de verano…estaba solo...Tumbado en mi camastro, perdida la vista
en el techo, batía con las manos el aire de mi buhardilla asestando a fantasmas
reales
manotazos imaginarios.
manotazos imaginarios.
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