EL
GUARDIÁN DE LA MONTAÑA
Anoche
fui el guardián de la montaña. ¡Cómo
duerme todo en invierno...! El silencio es una pesada y lenta respiración. No
hay cansancio...el tiempo y la luz de la noche se suspenden en la niebla, un
tubo de neón. Una perdiz bate sus alas asustada y rompe el silencio. El jabalí
contiene la respiración a mi paso..."lo sé, te huelo". Húmeda y
dulce, en las hojas de los romeros, de los tomillos, del roble, de la carrasca...en la piedra lisa se condensa el agua. Resbala. El
aire más caliente del día se la presta a las criaturas de la noche cuando el
sol le da la espalda...el ciclo de la niebla. El aroma de tierra húmeda, de
bosque mediterráneo, es embriagador. La montaña te deja hacer, te atrapa. La
niebla se adensa...pareces engancharte en sus barbas. No son barbas, son los
alientos condensados de todas las criaturas. Lo respiro y ya no hay
cansancio....rompo a correr. Esta noche he venido a recoger, no a entregar. Ella
sabe que conozco su secreto y ríe... ¡ya es mía! No hay cansancio. Soy el
guardián de la montaña.
12-1-2012
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