Filosofar es salir de casa, agradecido por los dones recibidos, adentrarse en lo desconocido y, si es pertinente, un día regresar a casa con el bagaje que ya nos es propio. Y si no ha de regresarse, ir hacia otro lugar, pero siempre agradecido al recuerdo del viejo hogar, porque para bien o para mal es el que nos posibilitó el viaje.
El Occidental ha de desprenderse de la emoción negativa subliminal de
serlo. Ha de levantar la cabeza y no sentirse de menos porque otros los
sientan de más. Dos mil seiscientos años de historia del pensamiento
avalan a Occidente: sus luces y sombras, los sueños de la razón, la
puesta en práctica de los sistemas políticos cimentados en las ideas; el
arrepentimiento, el nihilismo, la vuelta al campo de batalla, las
caídas, la caducidad de los valores y se reedición, manifestada sobre
todo en el arte revisitado; y Europa, la gran cohesión histórica que
subyace bajo el amor y el odio. Europa, el conflicto religioso de
reformas y contrarreformas que alimentan desde siempre su debate
identitario; Europa, imperio de la cultura y padre del despertar
político de los pueblos, porque fuese primero ella escenario de guerras
políticas y religiosas y exportase después sus modos, su cultura, sus
conflictos y su experiencia al resto del mundo. Imperial Europa:desde
las Españas a los colonialismos, no todos iguales. Y los genocidios y
atropellos también forman parte de la criminal y arrepentida Europa. Y
las dos grandes Guerras: Europa y el Occidente. Arrepentida Europa,
deja sin embargo logros imposibles: la filosofía, las artes, la música,
la ciencia. La tecnología, la experiencia de una historia que en otros
lugares se realiza sin la penosa transición de los siglos, herencia de
Europa. Poco se habla de la obra positiva de Europa. Europa, el cansancio
y el hastío, el orgullo y la salvaje culpa. Europa: el humanismo, la pugna contra el último totalitarismo, la encrucijada: ¿el
porvenir?
EUROPA
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