EL VALOR
Siempre, cuando las cosas están mal y nos afectan al
estómago, pensamos que alguien debería hacer algo. Eres alguien y éste es el
momento.
Lo pienso así, lo pienso para mí. Para mí, porque soy
más exigente conmigo mismo que con los demás, para mí porque entiendo las
debilidades de las que también participo.
Denunciar lo que tu conciencia apunta como una
alarma enloquecedora da miedo, no sabes a que te enfrentas.
No lo sabes hasta que descubres que sobre todo y
antes que nada te enfrentas a tu propio miedo. Y entonces crece en ti el valor.
Ya están las fuerzas en su justo término: en la fuerza del valor reside la
bondad de la fuerza.
Yo no soy activista por gusto, no lo soy por interés
personal, sino por la obligación moral que contraigo con mi conciencia al ver la
injusticia. Soy vehemente porque no puedo ser otra cosa.
No quiero figurar, no quiero derechos de autor sobre
las ideas que compartimos, la sugestión está en el aire. A mi manera, con la
mente atravesada por los vientos, pongo palabras.
Se acaban las lágrimas de
impotencia cuando las lágrimas llenan de valor el surco de las mejillas. Entonces
todo estará bien porque dices ya está
bien.
Alguien dijo que los enemigos de la libertad no
descansan. Y si tenemos enemigos que lo son de la vida y de la libertad, hemos
de combatirlos y no caer derrotados de antemano. Ellos no tienen reparos
Y yo he pensado que prefiero que llore su madre a que
llore la mía.
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