CERRAINA (*)
No sabemos qué será mañana. La incertidumbre nos
rodea. La pesadumbre ocupa por completo el espacio que respiramos. Donde el
aliento exhalado de la sinrazón infecta el mismo aire, deja tras de sí un predador
viscoso y fantasmal alimentándose de los insultos que nos dirigimos. Una
cerraina negra y fea encierra un sol de
ventana que no abrirá muchas mañanas más. Veo en nuestras fotos grandes ojos
exorbitados desmintiendo las sonrisas. Bailamos como dementes la última fiesta.
Si quizás esta misma noche u otra cercana, se nos graduase la vida...
O se nos licenciase
Esto es, pasase de largo la vida
Quiero que sepas que no creo en el destino
Pero de quiénes sí creen, ha llegado.
Abrazaré el aire sin emitir respiración. No sabré decirte
si lo mismo sintieron nuestros abuelos y bisabuelos, porque a su manera siente
cada generación el peso. Me detengo a medio
camino de la vida sin ganas de entregarme a ese momento en que otros con la
fuerza de la sinrazón me gobiernen. Porque llega, ya llega. El presente es un
imperativo. No voy a pasar por esto. Salgo del camino y me adentro hacia los
riscos, a buscar mi abrigo en el lugar de las benditas bestias. He visto una
lápida escondida dar testimonio, prohibida, en un promontorio; y al pensar que
le reclamen he sonreído y he posado con íntimo desprecio, como un vampiro
emocional, mi brazo por sobre hombros enemigos. Estoy fuera. Como un retrato
destinado al fuego...
Contendré mientras me cuarteo
El último aliento de hombre libre.
Abriremos fuego con hierros de matar
Disparos por amor al corazón
Y sin corazón, aún seré libre.
(*) Cerraina: cerrazón y oscuridad del cielo a media
tarde que anuncia tormenta.
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