DEDICADO A ESPAÑOLES Y
VENEZOLANOS
Año 2030. Esta noche he
tenido un bonito sueño. He soñado que lo acontecido estos últimos quince años
ha sido una pesadilla. He soñado…
<Año 2051. Esperando
en mi escritorio el fin de mis días, ensayo un Contrafactual.
“Año 2029. En
preparación de los fastos que se avecinan con objeto de conmemorar el Primer
Centenario de la proclamación de la Segunda República española, asociaciones políticas (que lo son,
se reconozca o no) afines al régimen, buscan con algarabía, cobertura mediática
de la unanimidad de medios y gran propaganda, fosas comunes de la Guerra Civil
y postguerra, haciendo sordina de la mitad “inconveniente” de ellas, por
supuesto, que igual un facha es desenterrado que puede enterrarse de nuevo y aquí
paz y después gloria. Vaya, hombre, que no hay forma de hacer coincidir la
justicia partidaria con la justicia.
Entretanto, cadáveres de recientes crímenes sin resolver yacen
amontonados de cualquier forma en la morgue en número creciente indiferente:
¿qué es la vida sin resolver el pasado? Una nadería, una bisutería, una
bagatela, una baratija. Y la muerte cotidiana una consecuencia más de aquellos
días, nos dicen. Nos dicen que viejos enemigos periclitados, generales ya
muertos, continúan cometiendo los crímenes de la morgue.
¿No hubo cuarenta años
de democracia? ¿Quién lo sabe hoy? Hartazgo. Yo sé y mucha gente sabe un saber
clandestino. Sabemos que unos gusanos del régimen andan ninguneando los muertos
de la represión y otros gusanos en régimen de engorde degustándolos. La Justicia se detuvo en las puertas de esta
incivilizada sociedad el día que cedió el cetro a esta gente con ideas
monstruosas. Es verdad que la dinámica venía de antes, de atrás; pero fue ese
aciago día que se cruzó el Rubicón. Y se dio cumplido final a la vida
imperfecta. Hoy sabe bien a qué atenerse uno si quiere que nada le pase. Impera
la vida en negativo: que no me pase esto, que no me hagan esto otro, que no me
quiten aquello; también tiene sus premios, justo es decirlo. A tal afección,
tal favor; a tal delación, tal consideración. Existiendo Paulov, ¿quién quiere
culpas? Vivir es muy sencillo, basta con aceptar el estímulo de los timbres, la
voz del amo. A ello solo cabe oponer la tristeza de la libertad, ¡qué necedad!
Que mi cerebro se llene de endorfinas por ofrecer esta rebeldía opositora es lo
más estúpido que ha podido sucederme, y es con esta estupidez que mis huesos
cansados se arrepienten de mis años de claustro.
Pero ya no me importan
mis huesos. Llegado este punto asimilo los golpes desmoronándome. Ni me quiebro
ni me doblo; simplemente me desmorono, me deshago, me disuelvo en el mar de mi
sangre. Soy de iones, material y eléctrico, mis impulsos ya olvidaron los
dolores físicos que pueda distinguir. Hoy solo me juego la conciencia, por fin
soy libre. Con la felicidad en el rostro, dejo mi bata y mi pijama. Hoy me
visto de verde monte, ¡qué apostura! Salgo a mezclarme con los jóvenes que han
madurado, que andan poniendo en juego sus fuerzas y dejándose la vida contra
los perdigones en las aceras.
Algo ha pasado. Creo
que yazco en el suelo pisoteado por la turba juvenil. Parece que el pasado ya
no sostenga al presente, que hay un despertar. Yo no lo veré, pero no estoy en
mi despacho y me acaricia la esperanza: ¡gracias, Dios mío!”>
He despertado.
Año 2015. Siete de marzo. Sentado en mi escritorio espero las próximas elecciones generales.
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