EL MINUTO TARDÍO: UN INSTANTE DISOLVENTE.
Sin obstaculizar que lo presente es variopinto y diverso
como la explosión de vida de la primavera y cada día resultado del billón de
avatares, lo cierto es que este instante, visto desde arriba, o desde fuera, o
en perspectiva, debe asemejarse a una turba enardecida poco inteligente, que
en el centro mismo del barrio viejo de cualquier burgo medieval, escuchase en
los diversos rincones, confrontados discursos incendiarios. Éste es un momento
no-tranquilo, de violencia latente, inmóvil y muelle a un tiempo, tenso.

El “hacia dónde nos dirige” el estallido social que viene es
una cuestión tradicional en sentido
fuerte: la perspectiva clásica de la Historia que con cada revolución desplaza
el centro de gravedad del poder se ha quedado sin sujeto histórico. Pues, ¿a qué
cauce nos dirige que nos lleve hasta el siguiente remanso en el río de la
Historia? Cada remanso ha sido colapsado y desbordado. En cada remanso se han
cometido los abusos y se ha caído en el aburrimiento histórico, la monotonía.
En cada remanso hemos hablado cada vez más. Hemos empezado por decirnos que tal
o cual valor es falso, hemos hablado de la ingenuidad de nuestros padres, hemos dicho que
no puede ser. Advertimos-pobres profetas de lo evidente- que <no es esto, no
es esto>.
El río de la Historia llega a su delta. No hay más remansos. No es el final de la
Historia, ni su finalidad. ¿Cómo podría serlo si no existe el destino sino la
acción? No hay paraíso de llegada. Las dos concepciones profundas, “el mundo como
esclavitud” y “el mundo como libertad”, al estilo del más puro y sincero liberal,
Karl Popper, dirimen todo en la
llanura aluvial. ¿Qué es el todo que
se dirime en la batalla? Es tanto y en tantos aspectos…que enumerarlos y dar
cuenta de ellos me excede. Pongamos a la trascendencia una meta discreta, esto
es, humilde: pensemos en las próximas cien generaciones. Como ajedrecistas,
nuestra visión no llegará mucho más allá. Está bien que así sea: en la
eternidad más distante (por poner un ejemplo, comparemos nuestros plazos con la
acción geológica) desesperamos la escala modesta de la Era Humana en la zozobra
existencial (el bosque que no nos deja ver los árboles).
Delante del delta se abre infinita la bóveda redonda del
mar. El círculo inmenso guarda todo su misterio y caben en él todas las
promesas. Como aconteció en el colapso de la isla de Pascua, la devastación del
bosque y la tala del último árbol impedirá la construcción de un barco. Un
imposible: navegar. El colapso es una opción. El colapso es la hipertrofia de la
autoridad del paradigma viejo frenéticamente ocupado en desplazar el centro de
gravedad del poder. El poder establecido no duda en valerse del conflicto, es
el patrocinador de la ficción que para su perpetuidad nos convierte en los
esclavos de la orilla, orillados por la Historia. La humanidad subyugada por el
poder…
¿Y ya está? ¿Estamos condenados al colapso de la libertad?
Espera…
…Delante del delta se abre infinita la bóveda redonda del
mar. El círculo inmenso guarda todo su misterio y caben en él todas las
promesas. Voluntad: navegar. El cuaderno de bitácora de la Historia nueva
espera a ser escrito a la luz de un candil nuevo, el del paradigma del futuro
para cien generaciones, el paradigma de la esencialidad. Mas esto sólo será
posible si alcanza la victoria el mundo como libertad. En él, nuestro hombre
adquiriría todo el sentido moral de la responsabilidad para con el mundo. El
paradigma para el hombre y no el hombre para el paradigma: la plena posesión
del yo partícipe consciente de la totalidad; el hombre puesto en los zapatos de
otro hombre; el yo indisociable al tú.
No se cómo consigues sen tan certero y a la vez tan abstracto. Es genial, como sienpre
ResponderEliminarDesenmarañas todas las dudas, los miedos, las incertidumbres...hay un camino: resucitar la esencia espiritual del hombre, olvidar el "ego" y retornar al "pan", liberarnos de todo lo accesorio y desnudos entrar en el mar nadando hacia el amanecer.
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