LA
ABSTRACCIÓN

El que sabe hacer la pregunta adecuada es lúcido. Saber qué es lo que no se sabe es básico para encauzar la intuición. También para guiar sus pasos el investigador y el buscador han de tener un sexto sentido que les orienta. Nadie es sabio en propiedad; quiero decir: alguien es sabio como es disciplinado o es verde, como una cualidad o un adjetivo perdurable. ¿Quién lo es? “Culto” es un atributo, culto es cultivado. Se puede ser, eso sí, cultivador: aquel que (se) cultiva. ¿Qué cosa es la sabiduría? Para la mayoría es obvio: ser sabio es saber mucho. Pero no es eso. No se trata sólo de acumular datos y saberes, lo cual no es necesario; tampoco de sumar a lo anterior la certeza pública (democrática) de serlo; la convicción de serlo es necedad, la de pretender haber llegado. En el mundo inmóvil de la Antigüedad se podía ser sabio, sabio como sustantivo. Dónde quiera que el mundo es estático es posible saberlo todo de él; pero allí dónde a lo dinámico se le asignan las esencias del ser, sabio es un atributo del movimiento y como quiera que en el movimiento el observador cambia las perspectivas, nadie puede presumir la sabiduría, salvo la del instante...que ya caduca. Aumenta la complejidad de lo infinitamente grande y lo infinitamente pequeño. La complejidad…
Atesoramos
muchos datos pero necesitamos del pensamiento inquisitivo que nos conecte con
niveles más y más profundos de la realidad. Pensemos en un conflicto entre los
dedos corazón y anular. En el nivel básico de la percepción, los dedos se sienten
independientes. Su discusión puede ser resuelta solo en un nivel más profundo
de diálogo: entendiendo, por ejemplo, que ambos dedos, anular y corazón, comparten
un mismo tendón. A medida que aumenta la complejidad y diversidad del mundo,
los conflictos entre partes pueden requerir de un nivel de abstracción mucho
mayor; será necesario penetrar más profundamente hasta el sustrato en que se
encuentra el fondo común del asunto. Pensemos ahora en los dedos índice y
meñique de la misma mano. El fondo común del asunto ya no es un tendón que no comparten
(cada cual tiene su propio tendón), sino la mano a la que pertenecen, o el
brazo, o el cuerpo.