Ha sido un
año muy lleno de cosas, muy vivido en lo bueno y en lo malo, de mucha
intensidad. Recordaré 2015 como un año contundente, un tiempo en el sentido
fuerte de la palabra. No me gustan el tiempo anodino ni las horas insulsas, así
que 2015 quedará en mi memoria como un gran año, una gran pelea, un año de
sentir duro y vivo, un año pétreo. Empezó de forma dubitativa y expectante, con
una rogativa a la abundancia; pero termina con proyectos...o tal vez con frustraciones,
convicciones y osadías. En 2016 querremos llevar a cabo, como siempre, los
deseos; y poner a prueba nuevas ideas. Y aún más, no sólo eso: 2015 no ha sido un año
más. Tenemos, por decirlo así, cosas en la punta de la lengua, ingenios preparados
para ser lanzados, ideas personales construidas en este año que acaba. También
una carga de reservas y atención, una prevención contra el tormentoso porvenir.
Pero siempre las frustraciones deben suponer un acicate. ¿No podríamos pensar
lo mucho proyectable en 2016? La cosecha está a punto y al mismo tiempo todo
está en el aire. Nos espera un año suspendido por sobre el tapete inestable y
por sobre el suelo inconsistente, de grandes acciones y enorme incertidumbre. Si salimos
victoriosos será con fe y voluntad, contra el viento y la política,
contra la inercia y el desasosiego. Habrá que remar hacia eso que cada cual
llama éxito o meta, deseo tan alejado en casos del dinero inmerecido, la comodidad
robada y la vida subvencionada, hacia el éxito que se encuentra remontando la
corriente. No actuar no va a ser la opción, nada será sostenido por la
inercia; de no actuar, seremos arrastrados hacia la desembocadura. Preveo un año de nuestra vida vivida como guerreros. ¿No puede verse
la semilla del 2015 en la forma en que habremos de vivir 2016? El haber identificado
cosas es un gran avance. El fruto de la dureza de 2015 es una certeza, no ya
una duda; y esta llamada a la acción es la primera piedra del futuro. Identificados
o detectados los problemas que a cada uno nos acucian, llega un tiempo de apuesta,
de acción y riesgo. Insisto: corren tiempos guerreros. Es mucho el camino recorrido
hasta la lejana meta intermedia en que ahora estamos. No ha sido fácil, pero no hay lugar para el cansancio. Muy posiblemente
las cosas se confundan, se vean como cosas invencibles y tareas inabordables. No
lo son. Simplemente no podremos quedarnos una hora más viendo los ladrillos que
sellan una calle sin salida, porque tras ellos no hay nada, ni aire ni
soluciones. En estas ocasiones debemos abandonar el callejón, dar media vuelta
y volver sobre los propios pasos, salir a la gran Avenida, admitir que hay
combinaciones imposibles; discernir cual es la auténtica salida de entre la
maraña de acciones de apariencia idéntica y supercherías. La forma de vivir habría
de hacer posible tejer sentido en el tiempo; si esto se viese claro, dar media
vuelta sería sencillo.
¡Salud y
éxito para 2016!
2016, SIN LUGAR PARA EL DESCANSO.